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El fluor dental

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«Prevención de la caries dental”
El flúor es un mineral muy extendido. Lo podemos encontrar en el agua, en los vegetales, en las rocas volcánicas y es de ellas de donde se extrae para usarlo para la prevención de las caries. Nosotros también tenemos flúor en nuestro cuerpo: en los huesos y en los dientes.

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Todos sabemos que el fluor dental ayuda a la prevención de la caries. Hace más duro el esmalte dental dándonos una mayor defensa ante los ácidos que genera la placa bacteriana que se encuentra en la boca y que en algunos sitios suele acumularse con mayor facilidad por la situación del diente en la arcada, las irregularidades de su superficie y/o la falta de higiene.
Entonces, como el fluor dental es un factor importantísimo en la prevención de la caries dental, nos vemos obligados a administrarlo de alguna manera para alcanzar los niveles óptimos. Es por ello que en muchos países se le agrega al agua la cantidad necesaria para que colabore como agente preventivo. Aunque hay poblaciones donde hay un exceso en las aguas, no es necesario y hasta en alguna medida llega a ser perjudicial, formando lo que se llama “fluorosis dental”.

Como digimos, además del agua tenemos otros recursos:
Dentífricos fluorados: Actualmente la mayoría de las pastas dentales que compramos tienen flúor en distintas proporciones. Para un adulto vienen bien, pero para los niños tendremos que controlar la cantidad que contiene y algo muy importante: vigilar que no ingieran el producto. En menores de 2 años se les puede cepillar los dientes simplemente con agua o con un dentífrico sin flúor o con muy baja concentración (250 ppm). Entre los 2 y los 6 años la pasta dentífrica debe contener menos de 500 ppm. Hasta los 14 años la pasta tendrá entre 1.000 y 1.500 ppm. Colocando una cantidad que no exceda el centímetro bastará para que todos los dientes reciban una dosis.

Colutorios con flúor: Debe darse a partir de los 6 años de edad. Hay de aplicación diaria al 0,05% y 0,2% una vez por semana. Se administran en forma de enjuague después de un buen cepillado manteniéndolo durante 30-60 segundos. No beber agua ni ingerir alimentos media hora después y muy importante: vigilar que el niño no ingiera el producto.
Geles con flúor: Son muy concentrados y su aplicación y control debe ser realizada por un profesional.

Suplementos orales: Pueden administrarse en gotas o comprimidos. También deben ser indicados por un médico pediatra en casos especiales y según la cantidad de flúor que contenga el agua de bebida (menos de 0,3 ppm) y el grupo de riesgo al que pertenezca el paciente (niños prematuros, hábitos higiénicos deficientes …)
Hay algo que debemos tener en cuenta: en realidad, el protagonista “estrella” de nuestra higiene dental es el cepillo. ¿Alguna vez probamos quitar la grasa y restos de comida pegados en los platos sólo enjuagándolos y sin pasarle la esponja? Lo mismo sucede en nuestros dientes. Si sumamos una dieta equilibrada y la higiene con un buen cepillo, con una buena pasta dental con cantidades óptimas de flúor, algún aditamento como el hilo dental, cepillos interdentales, irrigadores y una visita periódica a nuestro dentista, podremos gozar de una buena salud dental.
Od. María Elena Saravia Medina
Col. Nº 19009483

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